lunes, 18 de julio de 2011

44 Cartas desde el mundo líquido. Zygmunt Bauman



Según el diccionario la Real Academia de la Lengua Española, perpejo (o perpleja, claro), del latín perplexus, es un adjetivo que califica a todo aquello dudoso, incierto, irresoluto, confuso. Este pobre y en desuso adjetivo, a fuerza de calificar a la práctica totalidad de los mortales que deambulan por este mundo, cobra sustantiva energía. Perplejas se encuentran las familias que ven como los patrones aprendidos de sus mayores fallan sistemáticamente, perplejos se encuentrans los docentes incapaces de captar la atención de sus alumnos y de no comprender un ápice las claves sociales en las que éstos se mueven, acaban tildándolos de hiperactivos y de faltos de atención y solicitando tratamiento farmacológico para un problema de desfase cultural; perplejos se encuentran los trabajadores que observan como sus trabajos y profesiones se les escurren entre los dedos, tirando por la borda años de "valiosa" experiencia que los clientes y el mercado, en perpetuo cambio, no valoran en nada.
Al igual que el inmortal cordobés Moshé ben Maimón (Maimonides), allá por el s.XII, en su principal obra intentó ofrecer un poco de luz a sus contemporáneos, podríamos calificar de Guía de Perplejos del siglo XXI actualizada a la obra de Zygmunt Bauman. En ella, este profesor de sociología de la Universidad de Leeds, con un estilo ameno huye de los formalismos de la ciencia sociológica y abre el debate a cualquier persona que, con mente abierta y ánimo crítico, desee entender el mundo en que vivimos.
A lo largo de cuarenta y cuatro cartas que entre 2008 y 2009 fueros publicadas en La Reppublica delle Donne, en una versión corregida, que contempla acontecimientos sucedidos en los dos últimos años, desgrana las claves de nuestra sociedad actual. Desde la masificación urbana, la relación entre padres e hijos, el consumismo, las modas, la salud y la seguridad, la incertidumbre intrínseca a una sociedad en continuo cambio, hasta la globalización y las cuestiones morales a las que nos enfrentamos.
Venimos de una sociedad basada en estructuras localizadas, verticales,  familia, estado-nación, democracias parlamentarias controladas por grupos politicos (con funcionamientos internos similares al consulado y en ocasiones a la tiranía), estratificadas y mecanicistas: en la que los flujos de valor y los roles sociales estaban bien definidos, donde los grupos de poder podían ejercer un control sobre la información  y con mencanismos de test que les permitían identificar tendencias de manera que la ejecución de un control previo fuera efectiva. En la actualidad, la fusión de los cimientos de esta sociedad está dando paso, tal como propone Bauman, a un mundo líquido, multiforme,horizontal, que cambia enormemente de un momento a otro, donde las relaciones de poder cambian de la noche a la mañana por capricho de la ubicuidad de la información y de las redes sociales, donde las cadenas de valor se desvenecen porque los medios facilitan el cortocircuito de caminos anteriormente definidos y permiten que productores y clientes finales contacten directamente, y dejan fuera de juego a los actores que mayor beneficio obtenían del proceso. Todo ello a una velocidad nunca vista hasta hoy, que provoca que las estructuras sociales, inerciales y lentas, sean incapaces de adaptarse a las nuevas situaciones. Lejos de encontrarnos en crisis, la realidad es que nos encontramos en el albor de un mundo nuevo, donde las viejas recetas, diseñadas para un mundo que ya no existe y para sorpresa de los políticos, no obtienen los resultados esperados. Son necesarios ladrillos nuevos, cemento nuevo y planos nuevos para contruir nuestra nueva casa en este mundo global, que ha empequeñecido de golpe y nos hace conscientes de sus limitaciones y de su fragilidad,  la espera de que, con energías nuevas, podamos dar el salto a otros mundos.
En sus dos ultimas cartas, Bauman, sin eludir la responsabilidad que todos tenemos en nuestra acción sobre el mundo, pone a las claras su propuesta para afrontar, desde una perspectiva personal, los retos que la realidad nos propone.
A modo de colofón de esta breve nota quiero transcribir un párrafo (p. 202) que me parece de capital importancia en el pensamiento de este autor.
"Para los grandes filósofos modernos que recomendaron la vida de Sócrates como modelo para forjar la propia, "imitar a Sócrates" significa componer, conscientemente, nuestra propia identidad y/o personalidad, y hacerlo de forma libre y autónoma; no copiar la personalidad que Sócrates creó para sí, ni ninguna otra personalidad, quienquiera que la haya compuesto. Lo que importaba era la autodefinición y la autoafirmación, la disposición a aceptar que la vida es y debe ser una obra de arte, de cuyos méritos y carencias el "autor" de la vida (actor y autor a la vez, diseñador y simultáneamente ejecutor del diseño) asume toda la responsabilidad."