sábado, 16 de junio de 2012

Sonrisas y lágrimas en la escuela. Antonio Aramayona Alonso (Smiles and tears at the school)



Cuando pienso (luego existo) acerca del sistema educativo en el que confiamos (condenamos) a nuestros hijos no puedo por más que experimentar una creciente acidez estomacal acompañada por una indignación y sentido de estafa superlativo.
Con la seguridad de que el sistema educativo es el supersistema sobre el que se asienta el resto de nuestra sociedad, siento que cualquier reflexión acerca del mismo debe hacerse desde una perspectiva de seriedad absoluta, y no me estoy refiriendo a la seriedad de cartón piedra que impera en cátedras, partidos políticos, (des)gobiernos al uso y otros grupúsculos clientelistas, sino desde la convicción de que en la fábrica de humanos sociales que es este sistema, estamos jugándonos el presente y el futuro de nuestra sociedad y, lo que es peor, el de los millones de especies que viven en este planeta actualmente dominado (y esquilmado) por el Homo (no)Sapiens.
Probablemente fue precisamente la invención de la educación, no solo como una transmisión de conocimientos útiles para la supervivencia inmediata, sino como un complejo sistema de acumulación, reelaboración y mejora de conocimientos, fundamentalmente técnicos,  lo que nos ha permitido viajar desde las sabanas africanas hasta el selenita Mar de la Tranquilidad. 
No obstante, ha sido este un viaje plagado de sufrimientos, de muertes innecesarias y de daños ecolaterales que hoy, en el albor de una nueva etapa en nuestra historia, estamos más que nunca en riesgo de catástrofe total, precisamente, desde mi punto de vista, debido a que en ese sistema educativo faltan elementos de compasión, de empatía, de colaboración, de "sanidad mental y emocional" y de visión de futuro compartido, que, más que nunca, son vitales, precisamente por la capacidad de acción global y brutal que nos brinda un poder tecnológico inmenso que apenas alcanzamos a comprender y controlar.
A nivel local, en esta España cañí que nos ha tocado (sufri)vivir, padecemos todos los males que aquejan al sistema global acentuados por una especial incapacidad de gestión de nuestros (des)gobernantes y una miope visión histórica, que centrada en el mantenimiento de privilegios a ultranza y mediatizada por grupos de poder herederos de una historia cainita, mantienen el sistema (no)educativo en un grado de subdesarrollo que trunca las esperanzas de los jóvenes, no asegura la renovación generacional, y nos pone a merced de actores globales sin apenas capacidad para plantear siquiera cómo queremos construir nuestro futuro.
La TV, hipermedio de una potencialidad educativa descomunal, que mediatiza la práctica totalidad de nuestra vida en sociedad, actualmente provee de contenidos, salvo honrosas y escasas excepciones, altamente alucinatorios que provocan el que los tele-esclavos caigan en una especie de idiotez atemporal de existencia permanente. Ello imprime la sensación de que nada cambia, de que podemos ser eternos adolescentes, eternos disfrutadores de placeres y gustos personales. La TV ofrece un refugio ilusorio frente a la realidad del discurrir temporal en que nos vemos impelidos a un cambio permanente. Favorece el aplazamiento de las obligaciones y de las decisiones vitales que obligatoriamente hemos de acometer. Nos instala en un permanente círculo de confort muy similar al que "disfrutan" los hámsters cuando giran y giran en sus ruedas.
Cuando miramos a nuestro pasado nos encontramos con recuerdos de nuestra vida escolar desvirtuados por el tamiz de positivismo con que evocamos casi cualquier hecho acontecido en nuestra juventud ya que son las emociones, las positivas con gran fuerza, las que fijan  los recuerdos en nuestra mente.

Probablemente la imagen de Chaplin en "Tiempos modernos" sea la que plasme con mayor fidelidad los productos y subproductos de nuestro sistema educativo.

Todo ello hace urgente una toma de conciencia, que está en ciernes, y una acción decidida de toda la sociedad en aras de una transformación del sistema que permita a nuestros jóvenes atisbar una cierta esperanza, por que sin ella, el futuro es inexistente.

Creo que, esta línea de acción, se enmarca el trabajo de Antonio Aramayona. No puedo por más que recomendar encarecidamente su lectura a cualquier persona que desee conocer un panorama glocal (perspectiva global con detalle local, como se dice ahora, ) de la educación en España.
Aunque la totalidad del texto no tiene desperdicio quiero dejar aquí algunas perlas del pensamiento de Antonio Aramayona que, personalmente, considero de imprescindible reflexión:

El sistema educativo forma parte de un sistema global que consideraría una peligrosa amenaza que las personas pensasen por su cuenta y poseyeran un criterio propio para analizar y encarar el mundo y la vida. (p26)

La primera asignatura, la principal y fundamental, es descubrir cuáles son las metas de todo ser humano. (P30)

Quizá el error radique más en lo que se calla que lo que se dice: se silencia en qué radica el fracaso y se silencia que, de existir fracaso, de alguna manera todos hemos fracasado. (P30)

(...) buena parte del alumnado ( y del profesorado) acude a la escuela con muy escasa implicación personal. (P31)

La gran autoalienación de la escuela consiste en que lo más genuino de cada uno va quedando cada vez más oculto y ocultado por el devenir anónimo de las asignaturas, las evaluaciones, las calificaciones o los deberes. (P32)

En la escuela no se pide a un alumno que construya su propio yo, sino que se limite a mostrar y demostrar un yo social y académicamente aceptable para el sistema. (P33)

La mayor parte del alumnado se siente desgraciado en la escuela o por causa de la escuela; incluso también cuando pienso en la escuela. (P43)

El silencio que se impone por vía disciplina permite escuchar poco (P61)

La mayor parte de los estudiantes estudiar para el examen, sólo para el examen y nada más que para el examen. y si la última meta es el aprobado, se calculará grossomodo el esfuerzo mínimo necesario para obtenerlo. (P73)

Resulta paradójico que hoy se exijan títulos, másteres, cursillos para cualquier trabajo, y se crea que no hay nada especial que saber o aprender en un asunto tan importante como tener hijos y la educación de un ser humano (P83)

Por mucho que les cueste, los padres deben asumir lentamente el papel de espectadores de la vida de sus hijos, a medida que crecen, pues, aunque les duela, son estos y solo estos los que en definitiva han de  decidir qué hacer con su vida (P84)

Las comparaciones son casi siempre odiosas, sería muy recomendable que cada generación se dedicase exclusivamente a vivir bien y a gusto, a ser coherente con sus propias convicciones y a dejar en paz a los demás (P85)

Los conflictos escolares de Nottingham, del barrio madrileño de San Blas o del Bronx neoyorquino constituyen sólo la punta de un inmenso iceberg de violencia y marginación social del que también forman parte, por ejemplo, los desaforados hinchas de un equipo de fútbol, las colas de parados sin esperanza, los habitantes de algunas zonas suburbanas o las jaurías de fundamentalistas que asolan y destruyen cuánto queda su alcance (P87)

Lo llaman formación, pero en realidad es sólo  trabajo muy mal pagado. lo llaman flexibilidad laboral, pero realmente es sólo un inmenso cubo de basura. lo llaman ley de la oferta y la demanda, pero sólo deciden los que tienen en exclusiva la sartén por el mango. lo llaman libre mercado, pero en ese mercadeo acaban con contrato fijo e indefinido sólo los hijos o los sobrinos del dueño del chiringuitos o también los hijos de los amigos de sus amigos (P91)

Algunos profesores piensan que el prestigio de una asignatura es directamente proporcional al número de suspensos que genera (P93)

La dificultad de una asignatura es también directamente proporcional al número de academias y profesores particulares que las familias pagan para que sus hijos puedan aprobar finalmente (P93)

Confunden así la auténtica autoridad con un elenco institucional de automatismos sancionadores que posibiliten que cualquier problema que de borrado a golpes de reglamento disciplinario (P100)

Entre todos estamos construyendo, unos por acción y la mayoría por omisión, un mundo cada vez con mayores desigualdades económicas, culturales, profesionales, sociales y personales, donde la igualdad de oportunidades es a menudo, ateniéndonos a los hechos, papel mojado (P109)

Pero lo realmente imprescindible es alentar y fomentar ciudadanos críticos, despiertos, inquietos, responsables, libres, luchadores, solidarios, seguros de sí mismos, llenos de proyectos, sensibles a las desigualdades, conscientes de sus capacidades, contentos por compartir, saber, mejorar y progresar, y a los que nada ni nadie les resulte ajeno (P110)

Pensar es entender (inteligir) las cosas como realidad propia, frente a la que respondemos y con la que vimos. lo más lejano, según esto, de aprender y de pensar es una actividad pasiva, sumisa, carente de crítica, que se limita a engullir contenidos que han de ser aceptados y estudiados por el mero hecho de estar en un libro de texto, de ser «objetivos» (P115)

La libertad responsable es el máximo - y casi único- garante de la autonomía humana. una educación adecuada debería por ello fomentar y alentar  este talante crítico. de lo contrario, el sistema educativo se puede convertir en un instrumento de legitimación y consolidación de la ideología dominante (P115)

Sus padres son vistos como una fuente inagotable de satisfacción de los deseos y las necesidades ( a menudo también de los caprichos), a los que no sólo se les pide, sino que se les exige (P117)

Probablemente, el mayor fallo de muchos educadores es no crear ilusión y pasión en sus hijos, en sus alumnos. nadie estudiara sin que en el horizonte de su vida alumbre una ilusión o asome una pasión (P119)

Esperar que los chavales vengan con la mochila y los libros recién comprados, y con la correspondiente dosis de ilusión y de interés, es una cándida memez (P119)

La violencia en la escuela no es más que una gota de agua en un inmenso océano de violencias (P131)

Violencia escolar es también la desidia, abulia y pasividad de quienes tienen potestad y obligación de cambiar las cosas ( gobernantes, consejeros, directores generales, inspectores), pero se limitan a quitarse de encima, cual patatas calientes, a los alumnos conflictivos y embutirlos en centros no preparados para encargarse de su educación (P133)

Limitarse a que la escuela, sin más recursos, medios y servicios, afronte el problema de la marginación, la desestructuración de la personalidad, la predelincuencia, el analfabetismo funcional es una irresponsabilidad (P133)

Salvo en la segunda república española, en la que se realizó un enorme esfuerzo por crear e incentivar la escuela pública, nuestro país  ha estado sumido durante muchos siglos en un estado de abandono educativo y cultural del pueblo (P141)

En la escuela pública se forman ciudadanos, personas. sin otras adjetivaciones, sin más aditamentos. las ideologías, las creencias, los dogmas, los mitos, las supersticiones quedan para las casas de quienes lo quieran y para las iglesias. en la escuela pública sólo debe encontrarse personas libres, cultas, responsables, inquietas, críticas y comprometidas con el mundo y la sociedad donde viven (P143)

¿Cúando dejaremos en paz a los niños y respetaremos su libertad de conciencia hasta que estén en condiciones de decidir por ellos mismos? (P146)