miércoles, 29 de agosto de 2012

Desnudando a Google. Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña




La lectura final del verano ha consistido en el repaso que Alejandro Suárez le da al Rey de Oros del mundo Internet: la todopoderosa y global Google.
Se trata de un ensayo que desde una postura aterciopeladamente crítica nos muestra el lado oscuro de la multinacional que, en un tiempo récord, se ha hecho con el control de todo aquello que tiene que ver con Internet y sus no tan virtuales aledaños.
Es una lectura sobradamente recomendada para todo aquel que quiera profundizar en lo que Google representa en el mundo y desee hacerse una idea de lo que va a ocurrir en un futuro inmediato.
Como comentario personal, en un mundo que se transforma aceleradamente y donde la información va a tener mucho más valor que el petróleo, Google, con nuestro beneplácito y ayuda, se ha apoderado de todo aquello que tenga la mínima pinta de información, tenga valor o no, con el tiempo se verá.

viernes, 3 de agosto de 2012

Montaigne. Stefan Zweig





Cada vez que me enfrento a la lectura de uno de los textos del escritor austríaco no puedo por menos que esperar, tal como ha ocurrido hasta ahora, encontrarme ante una obra maestra. En este caso particular, esta alta expectativa viene motivada por dos aspectos fundamentales, primero porque se trata de una de las últimas obras del malogrado escritor centroeuropeo, inconclusa ya que su prematura muerte devino antes de su finalización, y, en segundo lugar, debido al tema mismo que aborda la obra: la vida de uno de los más grandes pensadores que alumbró el Renacimiento europeo, en cuyo pensamiento me encuentro altamente interesado.
La cuidada edición de Acantilado, sobre cuyas cálidas y ahuesadas páginas es deleite deslizar la vista y el grafito, fijador de las ideas más brillantes o simplemente de aquellas que mejor sintonizan con mi estado de ánimo, constituye un acicate más para disfrutar de esta obra que la editorial catalana ha rescatado de un olvido más que seguro.
No se trata el autor vienés de un pensador cómodo para el statu quo de los poderosos y privilegiados, siempre planteando cuestiones fundamentales acerca de la vida en sociedad, de la justicia, de la libertad o el respeto de credo y de vida;  siempre llamando la atención de los que nos gobiernan y su responsabilidad ante la Historia y ante la Humanidad. Fue tan grande su compromiso consigo mismo que fue incapaz de soportar la visión de un mundo que, prometiendo el cielo, se deslizaba rápidamente hacia el abismo al paso de ganso de las tropas nazis que arrasaban a su paso todo lo bueno que el arte y la inteligencia humanas habían sido capaces de crear, dejando solamente barbarie y desolación. La delicada mente de Zweig, ya testigo de los desastres de la Primera Guerra Mundial, fue incapaz de soportar más dolor y, junto a su mujer, puso fin a su vida el 22 de febrero de 1942.
Esta cuestión me lleva a comprender la causa de que la lectura de su obra se encuentra deliberadamente silenciada en todos los planes de estudio en nuestro país. Aunque ello es perfectamente comprensible durante la oscura y gris dictadura franquista, resulta del todo insólito que en los años que llevamos de democracia no haya sido incorporado, más bien reivindicado, de manera franca en los actuales planes educativos.
Este ensayo acerca de Montaigne que nos ocupa, deja bien patente la hermandad de alma existente entre Zweig y Montaigne, ambos preocupados por las mismas cuestiones referentes a la forma de estar en el mundo y a la forma de vivir la propia vida. El texto se desgrana como un diálogo entre dos pensamientos finamente sintonizados, en el que los temas tratados son de una actualidad pasmosa.
Es absolutamente increíble que en 1500 o en 1942 o en 2012, sigamos enfrentándonos a los mismos problemas fundamentales de la Humanidad. ¿No han servido de nada los millones de muertes que han regado con su sangre nuestro camino en la tierra?.

http://es.wikipedia.org/wiki/Stefan_Zweig 
Pensamientos destacados de la obra:

Sólo aquel que tiene que vivir en su alma estremecida una época que, con la guerra, la violencia y las ideologías tiránicas, amenaza la vida del individuo y, en esta vida, su más preciosa esencia, la libertad individual, sabe cuánto coraje, cuánta honradez y decisión se requiere para permanecer fiel a su yo más íntimo en estos tiempos de locura gregaria, y sabe que nada en el mundo es más difícil y problemático que conservar impoluta la independencia intelectual y moral en medio de una catástrofe de masas. (pág. 11)

Es consustancial a los jóvenes no dejarse aconsejar templanza y escepticismo. Cualquier duda se convierte para ellos en un freno, porque necesitan fe e ideales para desatar su energía interior. E incluso la locura más radical absurda, con tal de que los entusiasme, les resulta más importante que la sabiduría más sublime, que debilita su fuerza de voluntad.  (pág. 13)

Y, a los de nuestra generación, nos parecía que Montaigne daba tirones inútiles a cadenas que creíamos rotas hacía tiempo, sin sospechar que el destino las había forjado ya de nuevo para nosotros, más duras y crueles que nunca.  (pág. 13)

También nosotros tuvimos que vivir una de esas terribles recaídas del mundo después de una de las más gloriosas ascensiones, también a nosotros nos han despojado a latigazos de nuestras esperanzas, experiencias, expectativas y entusiasmos hasta el punto de que no nos queda por defender sino nuestro yo desnudo, nuestra existencia única e irrepetible.  (pág. 14)

Carta de La Boétie a Montaigne en 1560
¡Qué destino nos ha hecho nacer precisamente en estos tiempos! Contemplo el ocaso de mi país y no veo otro camino que el de emigrar, abandonar mi casa e ir donde el camino me lleve. hace tiempo que la cólera de los dioses me apremia a huir, mostrándome las vastas y abiertas tierras del otro lado del océano. cuando en el umbral de nuestro siglo surgió de las olas un nuevo mundo, fue porque los dioses lo destinaban para ser un refugio en el que los hombres cultivaran su propio campo bajo un cielo mejor, mientras la terrible espada y una ignominiosa calamidad condenan a Europa a la destrucción. (pág. 19) 

Lo externo no puede quitarte nada ni turbarte, mientras tú no te dejes turbar. El hombre de entendimiento no tiene nada que perder. Los acontecimientos de este mundo nada pueden contra ti mientras te niegues a tomar parte en ellos; el desvarío de la época no es una calamidad real mientras conserves tu claridad de ideas.  (pág. 24)

Nada nos protege más en una época de confusión y de bandos opuestos que la lealtad y el humanismo. (pág. 25)

Sólo aquel que se mantiene libre frente a todo y a todos, conserva y aumenta la libertad en la tierra.  (pág. 25)

Sobre la educación..
[Los maestros] no cesan de gritarnos en los oídos como si vertieran agua en un embudo, y nuestro cometido se limita repetir lo que nos han dicho. En vez de dejar que los alumnos desarrollen provechosamente sus propias opiniones, los llenan de materia muerta. Nos esforzamos sólo en llenar la memoria, y dejamos el entendimiento y la conciencia vacíos.  (pág. 42)

Precisamente el exceso de saber impartido ahoga la capacidad de formarse una imagen personal del mundo.  (pág. 42)

Nuestros maestros deberían juzgar solo el progreso que un alumno ha hecho de acuerdo con el testimonio de su vida, no mediante la simple memoria. (pág. 43)

Pero nadie sufre el martirio de la escuela como el niño dotado, cuyo talento y alcance los maestros, con sus métodos secos, no saben cultivar ni hacer fértiles. (pág. 45)

No es, pues, un filósofo, a no ser en el sentido de Sócrates, al que prefiere porque no ha dejado nada, ni dogma ni doctrina ni ley ni sistema, nada excepto una figura: el hombre que se busca en todo y lo busca todo en sí mismo. (pág. 68)

La cosa más importante del mundo es saber ser uno mismo. (pág. 77)

Quien piensa libremente, respeta toda libertad sobre la tierra. (pág. 82)