domingo, 15 de agosto de 2010

Buena literatura japonesa y algunos libros sobre Japón.

A la escueta sombra de mi bonsai en esta tranquila tarde de verano, disfrutando del fántastico álbum de Sara Brightman "A Winter Symphony", quiero compartir con los lectores de este blog una pequeña información sobre lecturas y libros que, sobre el fascinante pais del sol naciente, han pasado últimamente por mis manos y, cuales milenarios samuráis, descansan enhiestos en los anaqueles de mi biblioteca.

Hace unos días terminé la lectura de un libro recomendado por la autora de un estupendo cuaderno de este sorprendente blogoverso (http://librosfera.blogspot.com). Se trata de la novela de la escritora Yoko Ogawa "La fórmula preferida del profesor". Como admirador de muchos aspectos éticos y estéticos del milenario imperio he disfrutado enormemente con su lectura. En él se relata la relación entre una asistenta de hogar, madre soltera de un niño de 10 años, que entra a trabajar en la casa de un viejo profesor de matemáticas que, debido a un accidente, padece un defecto en la memoria, solamente puede recordar lo sucedido en los últimos 80 minutos. Sin embargo los recuerdos de su vida anteriores al accidente y su inmensa capacidad intelectual se mantienen intactas. Los personajes discurren por un doble proceso de iniciación, el de la asistenta y su hijo hacia el fascinante mundo de las matemáticas y el del viejo profesor hacia la cotidianeidad y el cuidado de las pequeñas cosas sobre las que rota el universo particular de la cultura japonesa. Este camino les permitirá crecer y observar la vida desde un plano superior que les permite contemplar la vida de una manera más completa y plena.
El libro es un delicia, con diferentes niveles de lectura en los que se plantean importantes cuestiones filosóficas y donde encontramos cruciales planteamientos acerca la vida actual, sobre los que deberíamos reflexionar en profundidad para ser mucho más conscientes de la forma en la que nos enfrentamos a la vida y cómo nos relacionamos con las demás personas.
Se trata de un libro intemporal y transportable a cualquier latitud de este pequeño mundo en el que volteamos sin cesar por el universo eterno.
El texto, traducido por Yoshiko Sugiyama y Héctor Jiménez Ferrer, se presenta en español en una cuidada edición de la editorial Funambulista, dentro de su colección LiteraDura



La lectura de este libro ha vuelto mi mirada hacia otros libros no menos interesantes sobre Japón de los que disfruté mucho en su momento y que recomiendo encarecidamente su lectura.
El pasado invierno descubrí en la librería zaragozana Portadores de Sueños (fantástico nombre para una librería, ¿no?), una deliciosa novela de la escritora japonesa Hiromi Kawakami, "El cielo es azul la tierra blanca". En ella se relata una tierna y sensual historia de amor entre un viejo profesor y una antigua alumna. Podemos disfrutar de la extraordinaria sensibilidad con que, a modo de inmenso haiku, la autora construye la relación entre dos personas que, inicial y aparentemente alejadas en muchos aspectos, confluyen vitalmente en torno a las pequeñas cosas que tienen en común y que fuertemente arraigadas en sus almas constituyen los puntos de cimentación de su relación vital.
La escritora japonesa fue galardonada con los premios Akutagawa en 1996 e Ito Sei en 2000.
El libro ha sido publicado por Acantilado con su habitual calidad.






Para las personas interesadas en la cultura japonesa les recomiendo un par de lecturas de autores clásicos que nos dan una visión del Japón ancestral.
El impenitente viajero francés Pierre Loti, publicó en 1889 el relato Japoneries d'Automne, en que narra su viaje a un Japón recientemente abierto a occidente y que gracias a que la restauracion Meiji puso fin a las guerras intestinas entre los diferentes clanes, se había estabilizado políticamente.
Loti pone su ojo en los aspectos estéticos de los lugares del japón antiguo y los narra de manera magistral en una libro inmortal.

Pierre Loti, Japón en Otoño

Otro autor occidental, al que descubrí a través de la lectura de la obra de Stefan Zweig, y que escribió desde el corazón del Japón fue Lafcadio Hearn, griego de nacimiento, pasó una parte de su vida en los Estados Unidos, para trasladarse, harto de la forma de vida norteamericana, a Japón donde acabó rindiendose al encanto de su cultura y de sus tradiciones, asentándose finalmente allí y contrayendo matrimonio con una dama perteneciente a un clan de samurais.
He leido dos libros suyos que recomiendo por la visión que ofrecen de la cultura y la literatura japonesa.





La cultura samurai, ampliamente tratada por el cine, es realmente una desconocida en occidente. El espítu del bushido solamente es concido en los aspectos más mediaticos y sangrientos que facilitan la composición de películas más o menos afortunadas. El los siguientes libros se recopilan y detallan los elementos más imnportantes de la forma de vida de esta fascinante casta de guerreros que durante dos mil años fueron los señores absolutos de la vida y la muerte en Japón. Probablemente su valor y su desprecio de la propia vida, la cual solo tiene sentido como servicio al señor y al emperador, fuese uno más de los desencadenantes que llevaron a Japón a aventurarse en el camino hacia la propia destrucción que supuso la Segunda Guerra Mundial.





 Por último, como regalo navideño, recibí un estupendo libro sobre arte asiático cuyos capítulos sobre Japón son estupendos, con unas fotografías magníficas.




Naturalmente estos libros no son ni los únicos ni los mejores, evidentemente hay otros autores, probablemente mejores, siempre es fantástico tener nuevos libros por descubrir, pero son los que yo tengo y he leido y por ello me siento con fuerzas para recomendarlos. Espero y deseo que les gusten.

1 comentario:

  1. Qué casualidad, llegué a este blog buscando información sobre Emilio Salgari, que por cierto ya encontré en una entrada de diciembre de 2009, y al pinchar por curiosidad en la página principal me encuentro con este post sobre Japón, y el código de honor samurai, que es precisamente lo que me llevó a Salgari, que se suicidó mediante el seppuku. Una terrible forma de morir que por otro lado demuestra valentía. Hitler por ejemplo lo hizo con una cápsula de cianuro, muerte rápida e indolora.
    Un saludo :)

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