Pertenece a la cada vez ya mas rara estirpe de los editores cultos, literarios. Y asiste todos los días conmovido al espectáculo de ver como la rama noble de su oficio -editores que todavía leen y a los que les ha atraído siempre la literatura- se va extinguiendo sigilosamente a comienzos de este siglo.
Llamó mi atención su sonoro y joyceano título que, de inmediato, trajo a mi recuerdo la obra del inmortal escritor irlandés que, muchos años ha que llegó a mis manos de la mano de la Biblioteca de Plata editada por Círculo de Lectores en su veinticinco aniversario.
Esbozada la intención de la obra en la escueta nota de la contraportada, en la que, compartiendo no solamente mi opinión, se habla del final de la era Gutembrerg y de la Gran Literatura, de la mano de la infoglobalización y de la hipertextualidad de las efímeras y superficiales obras que serpentean por las tripas de la red, y que lenta pero inexorablemente, se cuelan en las preferencias, alineadas con la moda al uso y con poca o ninguna crítica, de los e-lectores del mundo actual.
He disfrutado enormemente de la obra, tanto por su argumento como por el impresionante despliegue de conocimiento literario del autor, que hace patente mi sospechada pequeñez como lector, perfectamente imbricado en el texto de la obra y en el entramado emocional de los personajes.
Únicamente discrepo del reseñador en su alusión al "sutil humor" que impregna la obra. Por mi parte no he encontrado ni rastro del mismo, seguramente, por que el tema es, para mi, de gran pesar. Aún no creo estar preparado para encontrar la parte humorística de la situación en la que nos encontramos.
Aprovechando esta lectura he indagado someramente sobre la vida y obra de este autor barcelonés cuya obra espero conocer más en profundidad.
Recomiendo la estupenda página web del autor http://www.enriquevilamatas.com
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Esta novela hallada entre las devoluciones de la Biblioteca de Utebo acaba de ganar en Francia el prix Jean Carriere 2010. Ver:
ResponderEliminarhttp://www.enriquevilamatas.com/eventos.html
¿quién habrá tenido esa brillante idea de devolver el libro? Parece mentira.
Sinceramente, debo agradecer al anónimo que no se encontraba entre los bibliocleptómanos la entrada en el imaginario de Enrique. Ahora que lo tengo en mi biblioteca no se si ceder a la tentación....
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