Desde su fundación Admont contó con un scriptorium y una biblioteca. El primer catálogo detallado data de 1370.
El siglo XVIII vió los momentos de mayor apogeo de la abadía, lo que permitió al abad Offner encargar a Josef Hueber la contrucción de una sala al estilo del la de la corte de Viena. La sala barroca de 70 metros de largo contaba de un espacio central y dos salas laterales rectangulares. La sala central se encuentra bajo una cúpula de 12,70 metros de altura y las salas laterales poseen, cada una, tres cúpulas de 11,30 metros de altura. El espacio vertical se encuentra dividido en dos por una balaustrada de hierro forjado que recorre toda la longitud de la sala. La sala posee treinta ventanales en cada planta, lo que la dota de una magnífica iluminación natural.
El suelo está formado por un mosaico de 7500 baldosas de mármol marrón, malva y beige en forma de rombo.
Los frescos que decoran las paredes fueron creados por Bartholomeo Altomonte (1701-1783).
En la actualidad, tras haberse recuperado de los expolios sufridos durante la Segunda Guerra Mundial, la biblioteca cuenta con 145.000 volúmenes, de ellos 1400 manuscritos y 900 incunables.
Para los que tengan la suerte de poder ir a ver la fabulosa biblioteca
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