viernes, 23 de diciembre de 2011

Hiroshi Yoshida


Hiroshi Yoshida (1876-1950), gran viajero y conocedor de la estética occidental, ha mantenido una fidelidad a las técnicas tradicionales de Japón y sus tradiciones. Se sintió atraído por los momentos más tranquilos de la naturaleza y sus grabados respiran frescura, invitan a la meditación y crean un ambiente suave y apacible.  
Yoshida nació en 1876 en Kyushu y estudió arte con su padre adoptivo en Kurume, prefectura de Fukuoka. En torno a la edad de veinte años se fue a estudiar a Kurume en Kioto y posteriormente se trasladó a Tokio.  
En 1920, produjo el solitario Jardín del Santuario de Meiji con el conocido grabador en madera Watanabe Shozaburo. Por desgracia, sólo siete copias fueron hechas y los bloques perecieron en el terremoto de 1923
En 1923, Yoshida se embarcó en una gira por los Estados Unidos y Europa con su esposa Fujio, pintando y vendiendo sus trabajos.  
Cuando regresó a Japón en 1925, abrió su propio taller de grabado y se especializó en paisajes inspirados por su país natal y sus viajes al exterior.  
Yoshida en sus trabajos, desarrollo todo el proceso por si mismo: el diseño de la impresión, la talla de sus propios bloques y la impresión de su trabajo.  
Su trabajo se vio interrumpido temporalmente con su estancia como corresponsal de guerra durante la Guerra del Pacífico en Manchuria. 
Produjo su última impresión en 1946 y murió en 1950.  
Sus trabajos se recogen a nivel internacional y se encuentran en muchos de los museos más importantes del mundo como el Museo de Bellas Artes de Boston y el Museo de Arte
(Fuente: Ronin Gallery) 













Rápidos
Glittering Sea
Golden Pavilion
Hirosaki Castle


 Fuji


domingo, 18 de diciembre de 2011

El silencio de los libros. George Steiner / Ese vicio todavía impune. Michel Crépu


 





Fragmentos para pensar

El silencio de los libros

La escritura dibuja un archipiélago en las vastas aguas de la oralidad humana (p12)

No hay un solo ser humano en este planeta que no tenga una u otra relación con la música. La música, en forma de canto o de ejecución instrumental, parece ser verdaderamente universal. Es el lenguaje fundamental para comunicar sentimientos y significados. La mayor parte de la humanidad no lee libros. Pero canta y danza (p13)

Los términos "inscripción" , "escrito", "escriba" y el productivo campo semántico del que proceden enlazan íntima e inevitablemente el acto de escribir con unos modos de gobierno. (...) El despotismo ejercido por el clérigo, por el político, por la ley, sobre los iletrados o los semianalfabetos no hace sino poner de manifiesto esta absoluta verdad cardinal. La implicación de la autoridad en un texto, el dominio y el uso exclusivo de estos textos por una élite de letrados son signos de poder. (p18-19)

La oralidad aspira a la verdad, a la honradez de corregirse a  uno  mismo, a la democracia, como un patrimonio común. (...) Una cultura oral es la cultura del recuerdo siempre actualizado de nuevo; un texto, o una cultura del libro, autoriza todas las formas de olvido. (p20)

La educación moderna se asemeja cada vez más a una amnesia institucionalizada. Aligera el espíritu del niño de todo peso de la experiencia vivida. Sustituye el saber de memoria, "de corazón" , que es también un saber del corazón, por un caleidoscopio transitorio de saberes siempre efímeros. Limita el tiempo al instante e instila, hasta en los sueños, un magma de homogeneidad y de pereza. (p22)

El silencio se ha convertido en un lujo. Y sólo los más afortunados pueden tener esperanzas de escapar a la invasión del pandemonium tecnológico (p35)

Radicalizando la paradoja rousseauniana, Tolstoi opina que la gran cultura, y en particular la gran literatura, han ejercido una influencia deletérea, al afectar a la espontaneidad, el fundamento moral de los hombres y mujeres. Han apoyado las nociones de elitismo, de obediencia a la autoridad temporal; han favorecido un sistema educativo embustero y el vicio de la frivolidad. (p39)

En 1821, en Alemania, Heine requerido a pronunciarse sobre un periodo de exaltación nacionalista en el que se quemaron libros, observaba: "Donde hoy se queman libros, mañana se quemará a seres humanos" (p42)

Los fundamentalistas de todos los bandos queman los libros por instinto (p43)

Donde el aparato represivo cede ante los valores vehiculados por los medios de comunicación de masas y ante el bombo publicitario, como sucede hoy en la Europa occidental, asistimos al triunfo de la mediocridad (p46)

El orgulloso ideal miltoniano que vaticinaba la victoria segura de lo verdadero sobre lo falso en todo combate abierto y sin censura pertenece a un mundo muy diferente del nuestro (p47)

Ningún país ha honrado tanto como Alemania ni ha apoyado con tanta autoridad la vida del espíritu, la producción de libros, su estudio y el estudio de las humanidades académicas. En ningún momento las fuerzas de la erudición y de la sensibilidad humanista pusieron freno al triunfo de la barbarie (p53)
El genio literario y filosófico ha coqueteado con la parte oscura del hombre, prestándole oído y brindándole apoyo. (p54)

El intelectual, el mandarín universitario, el ratón de biblioteca  no están acostumbrados a ser valientes (p55)

el chantaje de lo "políticamente correcto" ha suscitado poca resistencia, poca dignitas entre los universitarios. Son muchos los que han aullado con los lobos. Y en premio han sido devorados. (p55)


El eurudito, el verdadero lector, está saturado por la intensidad terrible de la ficción. Su formación le predispone a no identificarse de la manera más intensa sino con las realidades textuales, con la ficción. (p58)

Un vientecillo de inhumanidad sopla en la torre de los libros de Montaigne, en las reglas decretadas por Yeats de que el hombre debe elegir entre la perfeccción de la vida y la del arte, en la certidumbre de Wagner de que nada debe a quienes le han ayudado en su vida porque su sola presencia en las notas de su biografía les hará inmortales (p59)
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Ese vicio todavía impune.

¿Qué es la literatura? Un lugar que no es lugar, un tiempo que el tiempo no cuenta, una lengua que no es el lenguaje (p66)

No hay mística sin una teología, no hay teología sin una estética; forman un todo, un tejido único... (p70)

La experiencia de la soledad, de la mirada posada en la ventana sobre los tejados, la experiencia de esa tristeza tan extraña y dulce que está en el fondo de todos los libros como una luz de sombra, esa experiencia capital en la que consiste la iniciación al mundo y a la finitud, esa experiencia se ve como impedida, incluso prohíbida.(p78)

Lo nuevo es que esa guerra contra los trastornos del vicio impune (..), en nombre de la expansión y de la rentabilidad tanto psicológica como comercial, es librada por un ejército de necios, rutilante de estupidez y de feroz ambición. Son los imbéciles de los que hablaba Bernanos. Se les reconoce de manera infalible por si falta de gusto, por su incapacidad para usar con tacto y justeza el poder del que ahora disponen. (...) El poder mediático no tiene nada en las manos, la sustancia que pretende transmitir es nula (p81)

Comentario.
Es sumamente difícil hablar razonadamente de un texto donde lo realmente sustantivo es la emoción que, por varios motivos, suscita. Por ponernos frente a interpretaciones rupturistas de apacibles creencias, por llevarnos, casi en volandas de la oralidad a la textualidad,  por mostrarnos una forma alternativa de percibir el valor histórico y sociológico del libro como vehículo, no solo de cultura o de belleza, sino también de odio y violencia.
Desde mi punto de vista una propuesta imprescindible para todos los que gustamos de pensar los libros y de disfrutar con ellos. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

El tejido del cosmos. Brian Greene


Comentario
 Tras disfrutar con interés y deleite la obra Hiperespacio de Michio Kaku dudaba de que en tan corto espacio de tiempo cayera en mis manos una obra que me deparara similar satisfacción. Siguiendo el consejo de un amigo que me recomendó encarecidamente "El Universo Elegante" me dí una vuelta por el escueto espacio de libros científicos de una conocida cadena de librerías encontrando, además del libro buscado la propuesta de Green  que ahora nos ocupa. Finalmente me decidí por este último, probablemente por esa obsesión de originalidad que nos invita a recorrer caminos vírgenes, y el resultado de esta elección no ha podido ser más acertado.
He renunciado en esta reseña a recoger fragmentos de la obra porque me vería obligado a repetir las casi setecientas páginas del libro.
Creo que es una obra imprescindible para intentar entender la realidad del mundo en el que existimos. No se trata de un libro de lectura fácil, por lo que lo desaconsejo para las personas que no posean ninguna formación científica, pero es de obligada lectura para aquellos que deseen conocer el estado actual de la investigación cosmológica y los espectaculares avances que la mente humana ha logrado desde una posisicón absolutamente despreciable en la inmensidad del Cosmos. En este libro Green nos muestra el enorme abanico de posibilidades de la realidad que nuestro limitado sentido común nos dan por imposibles y que no lo son en absoluto. Es más, muchos de los fenómenos tachados de imposibles, extraños, paranormales, inexplicables en el mejor de los casos, podrían adquirir un sentido cognoscible simplemente observándolos desde una perspectiva superior o abriendo la mente a posiblidades que, aunque no son experimentables cotidianamente, no se encuentran limitadas por ninguna ley física fundamental.
Además es bueno no olvidar que, a lo largo de los eones, todo aquello que no es imposible acaba siendo probable.


Brian Greene