domingo, 13 de noviembre de 2011

El puente de los asesinos. Arturo Pérez-Reverte

Comentario
Esta dominical mañana, cuando aún la bruma jironeaba el horizonte del milenario valle del Ebro, con ese agridulce anhelo que supone vislumbrar la meta, he puesto punto final a la postrera aventura de Diego Alatriste y Tenorio, español y soldado de los Tercios Viejos; aquellos que con mucha honra, valor y desesperanza, asolaron los campos de Europa, defendiendo intereses de inmerecidos reyes, orondos nobles y vampíricos burócratas, que nunca fueron los suyos, pero que, fatalmente, sembraron las verdes colinas de Flandes y las agrestes tierras italianas de odio y rencor, y de cadáveres de castellanos, vascos, andaluces y catalanes que, codo con codo, lucharon hasta el último aliento sin dar jamás un paso atrás.
El autor hilvana, tan magistralmente la fantástica aventura sobre la urdimbre de la Historia, que hace imperceptibles las difuminadas líneas que separan realidad y ficción. Brindándonos el disfrute de unos personajes verdaderamente verosímiles viviendo una aventura más que probable en un ambiente perfectamente real.
La aventura veneciana de Alatriste y sus amigos, rememorada por las inéditas memorias de Íñigo Balboa, en la que nuestros personajes, aciagos peones, de la ajedrezada diplomacia europea, se ven fatal e inevitablemente metidos en una conjura de imprevisibles consecuencias con sorprendentes compañeros de encamisada y donde la tensión, los lances de espada y vizcaína se entremezclan con profundas reflexiones acerca del sentido de la vida, de la lealtad, del amor y de la honra, principal capital de los miserables y olvidados soldados españoles.




 
Presentación de la novela




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